Popularmente siempre se ha dicho: María Magdalena, la famosa discípula de Jesús de Nazaret, era adúltera y prostituta. Por eso basta con teclear en Google “prostitutas más famosas de la historia” para que su nombre aparezca junto al de otras mujeres que, como Madame Pompadour, Teodora de Bizancio, Julia Bulette (a la que ya dedicamos en su momento un artículo en este blog) o Victorine Meurent, musa de Manet, pusieron sus encantos en alquiler alguna vez a lo largo de su vida.
De María Magdalena o María de Magdala (pues ése era el nombre de la localidad, ubicada junto al mar de Galilea, del que al parecer era natural esta mujer) se ha dicho que era la “mujer pública” a la que Jesucristo salvó de ser lapidada, que estuvo junto a la cruz en el momento de la crucifixión y que fue una de las primeras mujeres en contemplar a Jesús resucitado
.De entre todas las versiones que a lo largo de la historia se han ido dando sobre quién era en verdad María Magdalena (y entre ellas podemos encontrar tanto las dadas por los Evangelios oficiales como la dada por los evangelios apócrifos, es decir, por aquellos que no han sido aceptados por la Iglesia Católica), ésta que hemos expuesto anteriormente es la que ha parecido triunfar, si no en la mente de teólogos y estudiosos de los textos sagrados, sí en la imaginación popular. Según ésta, pues, la Magdalena comerciaba con su cuerpo. O sea: era prostituta.
Sin embargo hay una mujer que, procedente del ámbito de la fe, ha venido en los últimos tiempos a desmentir esta versión sobre la vida y el oficio de María Magdalena. La mujer de la que hablamos se llama Jennifer Ristine y es autora de la obra María Magdalena: percepciones desde la antigua Magdala. Ristine, directora del Instituto de la Magdalena, se ha apoyado en la integración de las referencias bíblicas e históricas con los recientes descubrimientos arqueológicos hechos en Magdala (la actual Migdal) para afirmar que María Magdalena no era prostituta sino una mujer adinerada.
Magdala, en tiempos de Jesucristo y de María Magdalena, era un pueblo próspero. Ubicado, como se ha dicho, junto al mar de Galilea, sus habitantes se dedicaban fundamentalmente a la industria pesquera. Recientes excavaciones realizadas en lo que era la parte norte del pueblo han sacado a la luz una sinagoga del siglo I, una representación del templo de Jerusalén en piedra, baños de purificación ritual, casas domésticas y un puerto. Todas estas excavaciones, señala Jennifer Ristine, demuestran hasta qué punto Magdala era un pueblo económicamente bien posicionado. ¿Y la Magdalena? Pues, según Ristine, si se leen con atención los textos que hacen referencia a ella, se integran dichos textos correctamente y se enmarcan históricamente con la realidad social de Magdala en aquellos años, el resultado sería que María Magdalena no sería tanto una prostituta como una mujer con importantes recursos económicos.
En cierto modo, lo que Jennifer Ristine hace al afirmar lo anterior es dar un sentido monetario a la palabra "bienes" cuando hace una lectura de un párrafo escrito por Lucas en su evangelio. “Aconteció después”, dice Lucas, “que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes; Susana y algunas otras, las cuales le servían con sus bienes”. Esos bienes, al decir de Ristine, tenían que ver con lo pecuniario y servían, de alguna manera, para financiar parte de los gastos de los y las fieles que seguían al Nazareno.
Para Ristine, María Magdalena debe ser mirada hoy en día como un modelo de liderazgo para las mujeres. ¿Por qué? Porque era influyente en dos sentidos: en el económico y en el social. Y es que, afirma la autora de María Magdalena: percepciones desde la antigua Magdala, María Magdalena, al mismo tiempo que era una mujer acomodada, era una mujer que, a pesar de crecer en una sociedad estrictamente machista y religiosa como lo era la sociedad judía de la época, decidió romper con todos los esquemas y convertirse en la primera y más fiel seguidora de Jesús.
La Iglesia Católica, por su parte, al igual que la Iglesia ortodoxa, considera a María Magdalena una santa y celebra su festividad el 22 de julio. Después de todo, el papa Francisco nombró a Santa María Magdalena la “apóstol de los apóstoles”. Pese a ello, para muchas personas, María de Magdala será siempre, y por los siglos de los siglos, una de las prostitutas más famosas de la Historia. Y por eso hablamos de ella aquí.